MASMusculo Granada: Ronda

From the Blog

Alimentacion de las mujeres post parto

ALIMENTACION MUJERES POST PARTO

El embarazo y la lactancia son periodos de mayores requerimientos nutricionales.
La alimentación de la madre proporciona al niño los nutrientes necesarios para su desarrollo y
atiende las demandas de su propio organismo. El estado nutricional preconcepcional de la madre es tan importante como la dieta a seguir durante el embarazo.

Se aconseja una dieta variada y equilibrada. Las necesidades de nutrientes aumentan
proporcionalmente a las necesidades energéticas por lo que la selección de alimentos debe
hacerse por su calidad y no por la cantidad.
Durante el embarazo y la lactancia aumentan las necesidades de energía, proteínas, AG
esenciales, vitaminas y minerales. Se aconseja un suplemento de ácido fólico en el mes previo a la concepción y, al menos, durante el primer trimestre y especialmente en caso de antecedentes previos de
malformaciones del tubo neural.
Los minerales más comprometidos en la gestación son el hierro, el yodo y el calcio. Se
recomienda incluir en la dieta alimentos de origen animal y lácteos, y utilizar sal yodada. En caso de situaciones deficitarias se recomendarán suplementos.

Los principales determinantes de las necesidades nutricionales en la mujer lactante son la
composición y el volumen de leche secretada y también el estado nutricional de la madre al
inicio de esta etapa.

En el primer trimestre, el crecimiento fetal es rápido y cualquier déficit de nutrientes puede
provocar alteraciones irreversibles en el feto. Las necesidades calóricas apenas varían pero se
debe asegurar un aporte de nutrientes de buena calidad, por lo que se necesitan alimentos de
elevada densidad nutricional.

En el segundo trimestre, el crecimiento fetal continúa y se establecen los depósitos grasos de
la madre. Éstos están destinados a garantizar la LM, por lo que el aporte calórico es
fundamental ya que, si no se asegura, podría comprometerse la futura lactancia.
En el tercer trimestre se incrementa la demanda de energía y nutrientes porque el aumento de
peso del feto es muy elevado

Proteínas:

Durante el embarazo, las proteínas se necesitan para cubrir las necesidades del crecimiento
del feto, de la placenta y de los tejidos maternos.
Cuando existe un balance energía/proteínas adecuado (cuando el consumo de proteínas no
supera el 25% de la energía total), se consigue mayor peso del niño al nacer y un menor riesgo
de muerte fetal y neonatal.

Lípidos:

En los últimos años, diversos estudios han investigado la importancia de los AGP de cadena
larga, del AA y del DHA, en la alimentación de la madre gestante y del lactante, para obtener el
máximo potencial de desarrollo neurológico del niño. Estos estudios se han focalizado en el
DHA, que es el principal constituyente de los fosfolípidos del tejido neural y de la retina.
Recientemente, en la Conferencia Europea del Consenso sobre la Recomendación de los
Acidos Grasos Poliinsaturados para las Madres Gestantes y Lactantes, los expertos en
nutrición, obstetras y neonatólogos han concluido que la ingesta diaria debería ser de 200
mg/día de DHA. Esta cantidad se consigue con el consumo de pescado graso una o dos veces
a la semana
La suplementación de AGP de cadena larga durante el embarazo consigue un aumento de la
duración del embarazo y de la circunferencia cefálica del feto
Hidratos de carbono
La ingesta de HC debe aportar el 50-55% de la energía total tanto en el embarazo como en la
lactancia. El embarazo tiene un cierto efecto diabetógeno por lo que hay que asegurar el
mantenimiento de la glucemia materna en valores normales.
Hierro:

Los requerimientos de hierro están incrementados durante el embarazo para aumentar la masa
eritrocitaria y para la unidad fetoplacentaria, así como para compensar las pérdidas de sangre
durante el parto. Este hierro suplementario se puede obtener a partir del aumento de la
absorción intestinal que se produce en la gestación, el ahorro que supone la amenorrea y la
utilización de los depósitos tisulares maternos. Sin embargo, la deficiencia de hierro es una
característica común en mujeres en edad fértil de países desarrollados, con depósitos de hierro
insuficientes, lo que conlleva que a menudo se deba recurrir a la suplementación farmacológica
preventiva. Se considera anemia en el embarazo cuando la concentración de Hb es menor de 11,0 g/dl
durante el primer y el tercer trimestre, o menor de 10,5 g/dl durante el segundo trimestre. Una
concentración de ferritina menor de 12 μg/l indica agotamiento de las reservas de hierro.
El déficit de hierro en el embarazo se asocia con bajo peso al nacer, prematuridad y aumento
de la mortalidad perinatal, además, perjudica el rendimiento cognitivo y el desarrollo físico de
los recién nacidos. La suplementación universal de hierro o hierro con ácido fólico previene la
anemia y el déficit de hierro a término.Se debe incluir en la dieta carnes, pescados, huevos y legumbres acompañados preferiblemente de algún alimento rico en vitamina C para favorecer la biodisponibilidad del
hierro no hemo. La dosis recomendada de hierro elemental durante el embarazo es de 30-60
mg/día, siendo sobre todo importante en el segundo y el tercer trimestre. En mujeres con déficit
previo, la administración de hierro debería iniciarse cuanto antes y las cantidades aconsejables
son de 100-120 mg/día

Calcio:

Durante el tercer trimestre de gestación, el niño deposita unos 250 mg/día de calcio. Aunque
los cambios hormonales dan lugar a un aumento en la absorción y captación de este mineral,
se recomienda aumentar 600 mg/día la ingesta de calcio en la segunda mitad del embarazo,
aumentando la ingesta de lácteos. No existe una recomendación universal para la ingesta de
un suplemento de calcio.

Yodo:

La deficiencia de yodo durante el embarazo causa hipotiroidismo fetal, lo que conlleva
alteraciones como cretinismo, aborto, anomalías fetales y sordera profunda. Las hormonas
tiroideas son críticas para el desarrollo y la maduración del cerebro, Se recomienda la
suplementación con yodo durante todo el embarazo y la lactancia siendo las recomendaciones
entre 220 y 300 μg/día. Es importante que el suplemento se inicie, si es posible, antes de la
gestación

Zinc:

Dietas deficitarias en cinc dan lugar a retraso en el crecimiento intrauterino, parto prematuro y
alteraciones en la conducta y la capacidad de aprendizaje del niño. Cuando el déficit es
importante se ponen en marcha diversos mecanismos que afectan a la embriogénesis y al
desarrollo fetal, provocando malformaciones congénitas. Teniendo en cuenta que la
biodisponibilidad del cinc dietético es relativamente baja (20%), la IR diaria es de 20 mg. La
suplementación de cinc consigue reducir significativamente los partos prematuros (riesgo
relativo (RR): 0,86; intervalo de confianza del 95% (IC 95%): 0,76-0,98)
La principal fuente alimentaria la constituyen los alimentos de origen animal y los cereales.

Vitamina B 6:

La vitamina B 6 desempeña funciones vitales en numerosos procesos metabólicos del cuerpo
humano, tales como el desarrollo y el funcionamiento del sistema nervioso. Se encuentra en el
germen de trigo, la carne, los huevos, el pescado, las verduras, las legumbres, las nueces y los
alimentos ricos en granos integrales, al igual que en los panes y cereales enriquecidos.
El suplemento de vitamina B 6 durante el embarazo se ha asociado con algunos beneficios,
como, mayores pesos al nacer e incidencia reducida de preeclampsia y nacimiento de prematuros. Los estudios recientes también indican una protección contra ciertas malformaciones congénitas
Sin embargo, no se recomienda la suplementación sistemática con vitamina B 6 durante el
embarazo, ya que se ha demostrado que ingestas superiores a 1,9 mg/día no producen ningún
beneficio para la madre o el niño.

Acido fólico:

Hace décadas que se conoce la relación entre el déficit de ácido fólico y los DTN. Los DTN son
las malformaciones congénitas más frecuentes en los países desarrollados y comprenden un
conjunto de defectos estructurales derivados de la falta total o parcial de cierre del tubo neural
(anencefalia, encefalocele y espina bífida).
En el año 2005, la frecuencia comunicada en nuestro país fue de 0,2 casos por 1.000 nacidos
vivos.
El déficit de ácido fólico también se ha asociado con niveles elevados de homocisteína en
sangre. La homocisteína posee efectos teratógenos y éste podría ser el mecanismo de
actuación en los DTN. Además, también podría ser responsable de algunas situaciones
mediadas por una vasculopatía placentaria, como el aborto espontáneo, el desprendimiento
prematuro de placenta y la preeclampsia.
El tubo neural del embrión humano se cierra entre los días 25 y 27 después de la concepción.
Se dispone de una evidencia razonablemente sólida sobre la prevención de los DTN mediante
la suplementación periconcepcional con ácido fólico en dosis farmacológicas para la
recurrencia (mujeres con embarazo previo afectado de una malformación del tubo neural) y en
dosis nutricionales para la primera ocurrencia.
En una revisión Cochrane realizada en 2001, y actualizada en 2011, se señala que la
suplementación de ácido fólico periconcepcional tiene un claro efecto protector sobre la
aparición de los DTN (RR: 0,28; IC 95%: 0,13-0,58).
Es difícil aumentar los valores tisulares de folatos y mantenerlos en niveles óptimos
exclusivamente con consejo dietético: ingesta de verduras y fruta fresca y alimentos
enriquecidos (cereales de desayuno). Por ello, el Ministerio de Sanidad, recomienda la ingesta
de un suplemento de 400 μg de ácido fólico al día a toda mujer que esté planeando un
embarazo. Esta dosis se puede proporcionar en forma de suplementos o a partir de alimentos
fortificados, además de los folatos presentes en una dieta equilibrada. Se aconseja mantener el
aporte hasta que se inicia el control de la gestación. En mujeres con antecedentes de DTN, la
dosis será de 4 mg/día, se deberá empezar al menos un mes antes de la concepción y
mantenerse como mínimo hasta el final del primer trimestre
Independientemente de esto, se aconseja a todas las embarazadas la ingesta de alimentos que
aporten ácido fólico, especialmente vegetales de hoja verde, hígado, frutas, cereales,
legumbres, levaduras y frutos secos.

Vitamina B 12:

Estudios recientes demuestran que niveles maternos bajos de vitamina B 12 son un factor de
riesgo independiente para los DTN. La vitamina B 12 se encuentra exclusivamente en alimentos
de origen animal (huevos, aves, carnes, marisco y leche), por lo que se convierte en el único
nutriente verdaderamente crítico para las mujeres vegetarianas estrictas. La ingesta diaria
recomendada de vitamina B 12 para embarazadas es de 2,2 μg/día.

Vitamina A:

La deficiencia de esta vitamina durante el embarazo se ha asociado a un aumento de la
mortalidad materna, el bajo peso neonatal y el parto prematuro, y a un riesgo aumentado de
preeclampsia. En situaciones en las que la mujer es deficitaria, se ha observado que la
suplementación con β-caroteno y vitamina A reduce la mortalidad materna. En general, la
ingesta de vitamina
A mediante la dieta suele ser suficiente para cubrir las necesidades de la gestación. Los
retinoides naturales se encuentran en alimentos de origen animal, como el hígado, los huevos,
la leche y la mantequilla, y los carotenos, o precursores de vitamina A, se encuentran en los
vegetales, como la zanahoria y los vegetales de hoja verde.
Por otro lado, dosis altas de vitamina A se han asociado a malformaciones congénitas, por lo
que se mantiene la IR en 800 μg/día.

Vitamina C:

Contribuye a prevenir el estrés oxidativo y, por lo tanto, se ha postulado que su suplementación
podría disminuir la incidencia de preeclampsia, crecimiento intrauterino retardado y rotura
prematura de membranas. Las mujeres fumadoras o bebedoras habituales podrían tener mayor
riesgo de déficit, por lo que se recomienda suplementar la dieta
En cualquier caso, las IR en la segunda mitad de la gestación son 80 mg/día para cubrir las
necesidades fetales

Vitamina D:

La deficiencia grave durante el embarazo se asocia a problemas en el metabolismo del calcio
en madre e hijo: retraso del crecimiento intrauterino, raquitismo e hipocalcemia neonatal,
tetania y alteraciones en el esmalte dental.
La ingesta de 10 μg/día de esta vitamina reduce la incidencia de hipocalcemia en el neonato.
Hay que recordar que la fuente principal de vitamina D es la exposición a la luz solar, mientras
que el aporte dietético tiene un papel secundario, aconsejándose una exposición al sol de 15
minutos diarios.

Vitamina E:

Las recomendaciones de ingesta de vitamina E durante el embarazo están aumentadas un
25% con respecto a las de las mujeres no gestantes, por su papel estimulante del crecimiento
fetal, su posible papel en la patogenia de la preeclampsia, a través de una alteración en el
metabolismo lipídico, y en la rotura prematura de membranas. Sin embargo, recientes datos
procedentes de una revisión sistemática de estudios aleatorios han señalado que la
suplementación con vitamina E durante el embarazo no previene la preeclampsia
Se encuentra fundamentalmente en aceites vegetales, nueces, algunos cereales y vegetales
de hoja verde.

Fibra:

Se ha comprobado que la dieta rica en fibra durante la gestación tiene efectos positivos en la
prevención del exceso de aumento de peso, en la reducción del riesgo de preclampsia (subidas
de tensión), la intolerancia a la glucosa (diabetes gestacional), el estreñimiento, etc.
El estreñimiento, que suele ser frecuente en la embarazada, hace que se aconseje aumentar la
ingesta de fibra a 35 g/día. Sin embargo, varios estudios ponen de manifiesto que la mayoría
de las embarazas suelen consumir cantidades de fibra inferiores a las recomendadas

Have your say